lunes, 8 de febrero de 2010

Protegeos

Me han pasado esto y la verdad es que es súper divertido, sobretodo al principio, cuando va el pobre todo cabizbajo y meditabundo, un paria del que nadie quiere saber nada. Desde luego, hay gente original y con buenas ideas. Cuesta cada vez más llamar la atención en un mercado tan saturado de mensajes, la mayoría de ellos siempre iguales, monótonos, que se copian unos a otros. Por eso huimos de los anuncios como de la peste. TVE, en un sólo mes libre de publicidad, ha mejorado sus resultados de audiencia como no se veía hacía tiempo y eso que mantiene los mismos “pestiños” de programas y series, que solo se le salvan cuatro cosas y con reparos. A ver cómo aguanta cuando se le acaben los contratos de exhibición de películas que aún le quedaban previos al corte publicitario.
La verdad es que me planteo ya un hecho incuestionable: definitivamente no soy de este mundo. Los programas que se emiten por todas partes me parecen infumables, se ensalza la producción propia pero es puro folletín, las noticias son un reflejo de toda esta situación y se habla en ellas de cosas tan peregrinas como cotilleos o estrenos de cine, principalmente foráneos, a bombo y platillo, programas zafios se repiten año tras año en las programaciones y sus formatos se copian y recauchutan ad infinitum (el último reality dedicado a los Ni-Ni es para bombardear con NAPALM la cadena). Ahora tendremos, además, fútbol los viernes y los lunes, amén de los sábados y domingos, los miércoles y algunos martes y jueves (la cosa debe estar chunguísima para este despliegue de pan y circo).
Pero todo esto gusta, tiene audiencia, se comenta en bares y tertulias, por lo que obviamente el bicho raro soy yo y mejor me callo. Así que cuando me preguntan por ahí “¿No viste esto o lo otro?” siempre contesto “¡Huy! ¡Qué lástima! No pude, llegué cansado, tarde, blablabla, etc…”. Si dices lo que piensas, enseguida te cae la etiqueta de “intelectual”, que en definición pedestre es “todo aquel capaz de ver un programa, de cualquier tipo, en el que NO haya insultos, escándalos, explosiones, tiros, efectos epatantes, fútbol, furcias profesionales o aficionadas (tanto si enseñan algo como si no), famosos de medio pelo o de pelo entero, etc., y que le guste”. En fin, no sigo que acabaré como el abuelo Cebolleta ¿Qué quien era ése? Pues uno que explicaba batallitas mientras sus nietos y demás familia huían de él como de la peste.
En cualquier caso, reíros con esta breve historia de alguien necesitado de cariño.