miércoles, 22 de septiembre de 2010

I can't...

A medida que pasan los días no se habla de otra cosa y yo empiezo a estar hasta el colodrillo ¡Que si seremos muchos! ¡Que si seremos pocos! ¡Que si los mínimos serán más mínimos que el salario mínimo! ¡Que si “ni una coma” se va a tocar de las nuevas tablas de la ley (de reforma laboral)!
¡Con lo bonito que está siendo este septiembre! Con sus lluvias, su fresquito prematuro, su mantita por las noches. Esta próxima madrugada, allá sobre las 05:00 más o menos, empieza el otoño, la “tardor” que decimos por aquí (pronúnciese con la “o” tónica y sin la r final), con muy buenos augurios meteorológicos. Pero toda esta patulea se ha empeñado en aguarme el cambio estacional y no puedo I can’t get no conseguir ninguna satisfaction me estoy colgando como el Numaios monólogo interior reset game over esto es el final que llegue el día 30 de una piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii vez….



viernes, 17 de septiembre de 2010

¡¡EXCLUSIVAS!!

No sé qué tendrá esta mujer que siempre está en el “candelabro”, como dijo aquella. Me han pasado la exclusiva en el trabajo y la verdad es que me he reído mucho. A las almas sensibles del Madrid que puedan visitar este blog les aseguro que no me interesa lo más mínimo el fútbol y prometo buscar una exclusiva del Barça que pueda ser equivalente, porque me parece completamente increíble que se pueda perder el tiempo viendo a 22 multimillonarios en pantalón corto, sean del equipo que sean, corriendo detrás de una pelota. Pero como sobre gustos ya se sabe…



Otra parte en la que también triunfa el amor es en mi serie de ficción favorita. Estoy deseando que se estrene aquí ya.



Feliz fin de semana.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Sólo hay una portada pero...

Como dicen en la revista El Jueves “Sólo hay una portada pero teníamos más”. Ahí van:
Ser o no ser.
Por la naturaleza de mi trabajo, al cabo del día pasan por mis manos diferente tipo de documentos. Hoy me han caído seis decretos comunicando las respectivas defunciones de seis personas que se encontraban en centros asistenciales que el organismo público para el cual trabajo posee. En cada decreto se detallan las escasas pertenencias de valor que quedarán custodiadas hasta su entrega a los herederos pertinentes. Al final, nos quedamos reducidos a eso, a una escueta relación de documentos, una cartilla en el banco con cuatro cuartos y unas pocas monedas en el cajón de la mesilla de noche. Sic transit gloria mundi.
Por si no había problemas…
Ha querido la casualidad que el reverendo ultraultra estadounidense que se disponía a quemar el Alcorán en su barbacoa de los domingos coincida en nombre y apellido con un personaje trasgresor que, sin duda, se debe estar partiendo la caja ante este espectáculo digno de una de sus películas. Me estoy refiriendo al gran Terry Jones del grupo Monty Python, director de “El caballero de la mesa cuadrada”, “La vida de Brian” o “El sentido de la vida”. Me imagino a los Monty reunidos planificando su próximo film y Terry Jones proponiendo “haremos una escena quemando todos el Alcorán” y Michael Palin diciendo “¿Y para qué queremos quemar el nuevo yate de la reina?”. Ahora el reverendo Jones, con ese dominio innato del tempo del espectáculo que poseen los norteamericanos, ha aplazado la chamusquina mientras se aclara si los promotores de la mezquita de la Zona Cero se retiran, se retractan o se retratan. Y el resto del mundo tomándoselo todo en serio. O tempora, o mores!
La penúltima de O’Leary.
El inefable Michael O’Leary, director de Ryanair, ha anunciado que piensa pedir a las autoridades competentes que dejen volar a sus aviones sin copilotos, jajajajajajajajajaja. La verdad es que si este hombre no existiera habría que inventarlo. Después de proponer que parte de los pasajeros viajara de pie o que hubiera que pagar por ir al lavabo, no lo tenía fácil para superarse. Y, sin embargo, lo ha conseguido. Aunque no ha llegado a la genialidad de la película “Aterriza como puedas”, en la que el piloto automático era un muñeco hinchable que la azafata hinchaba soplando por el pitorro que estaba en….
¡Se busca!
Japón no encuentra a 230.000 ancianos. Se ve que los dejó a un lado, se dio la vuelta un momento y, cuando quiso darse cuenta, ya no estaban ahí. Es lo que pasa con el ajetreo y las prisas de la vida moderna. Ahora ¡A ver cómo los encuentran! Porque ya se sabe que los ancianos japoneses son pequeñitos, hacen poco bulto y caben en cualquier rincón. Además, con un puñadito de arroz y algo de tofu ya pasan. Lo más preocupante del caso es que este hecho produzca actitudes imitativas en el resto del mundo, siempre hay gente dispuesta a la notoriedad. Aquí en España, por ejemplo, estamos a punto de perder a cinco millones de parados. Dentro de nada ya ni nos acordaremos de ellos.

BUEN FIN DE SEMANA.

martes, 7 de septiembre de 2010

Churras y Merinas

Churras

Ya se empiezan a calentar motores para el 29 S y a los bienaventurados de UGT (aunque habría que llamarlos los benditos por lo ingenuos que llegan a ser) no se les ha ocurrido otra cosa para concienciar/animar a la ciudadanía que hacer una sitcom, una comedieta por episodios, explicando las 10 mentiras de la crisis. Y allá que te va, han montado un blog donde colgar los capítulos. Juzgar vosotros mismos que yo no me atrevo.
La primera mentira: Los que nos metieron en la crisis nos van a sacar de ella.



Ahora que se os ha pasado el susto ¿Qué? ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo?

Merinas

Menos mal que el que tuvo retuvo. No sabía que habían sacado el disco. Qué alegría me han dado, después del susto de arriba.

viernes, 3 de septiembre de 2010

CINEstesia


The Tailor of Panama (2001). Tiene esta película esa sólida conjunción de elementos, ya citada en otras ocasiones hablando de filmes muy dispares, que confiere a una obra cinematográfica ese equilibrio y cohesión entre sus partes. Se trataría de esos conceptos que alguna vez hemos oído todos de “obra redonda” o “trabajo redondo” referidos a películas que, sin tratarse de grandes obras maestras del celuloide, sí poseen ese “no sabemos qué” que las hace merecedoras de un lugar y consideración destacados en la historia del séptimo arte. En este caso tenemos a un director de reconocida solvencia, el británico John Boorman, director entre otras de Point Blank (conocida aquí como A quemarropa), Zardoz, El Exorcista II, Excalibur o La selva esmeralda. El trío de actores protagonista está formado por Pierce Brosnan en el papel del cínico espía Andy Osnard, Geoffrey Rush como Harry Pendel (el sastre del título) y Jamie Lee Curtis como Louisa Pendel, su esposa. Brosnan cambiaba aquí de registro aunque no de oficio, seguía espiando aunque sin el glamour ni la sofisticación de las películas de James Bond. En el film, es desterrado a Panamá porque ha tenido un lío con la mujer de un embajador. Rush, un excelente actor y rostro posteriormente popular en la trilogía Piratas del Caribe, compone un personaje reinventado de sí mismo, desde delincuente de poca monta en Londres hasta sastre de la élite política y social panameña, que tiene en la mentira su arma defensiva habitual. Junto a ellos está Jamie Lee Curtis, conocida al inicio de su carrera como la reina del grito por los chillidos que daba en las películas de terror con las que se inició. Interpreta a la esposa del sastre que, casualmente, trabaja para el Presidente de Panamá y desconoce las “peculiaridades” de su marido.
El esquema argumental es simple: Brosnan, decidido a recuperar prestigio y salir de su destierro, conoce el pasado de Rush y le presiona para que obtenga información, a través de su privilegiada posición social y la de su mujer, sobre los planes del gobierno panameño respecto del canal. El sastre, atrapado en su falsa identidad, iniciará una bola de mentiras que Brosnan aprovechará en su beneficio. El sustrato en el que se sustenta el argumento es la magnífica obra literaria del gran novelista John le Carré, de idéntico título, que el propio le Carré transformó en guión junto con el director John Boorman. Si novela y guión transitan por idénticos caminos para reflejar la execrable condición política y los manejos faltos de moral que rigen el mundo, difieren en el final del sastre protagonista, trágico en la obra pero feliz en el celuloide, sin que esto suponga menoscabo alguno para el film. En resumen, una muy buena película y una gran adaptación de una gran obra literaria.