1) ¿De qué color era el caballo blanco de Santiago?
A – Negro.
B – Blanco.
C – Santiago no tenía caballo.
D – Todas las respuestas son correctas.
Una vez elegida la respuesta que creemos acertada, la rodearemos con un círculo. Si posteriormente quisiéramos rectificar, tacharíamos la respuesta equivocada y volveríamos a rodear con un círculo la nueva elección, así hasta que ya no quedara nada por tachar o rodear. Tienen la particularidad estos test que las respuestas erróneas descuentan un tercio de punto, por cada tres mal pierdes una bien. Esto es así con la finalidad de impedir que los examinandos avispados jueguen a la “lototest” y, al buen tuntún, acierten de chiripa y consigan la suficiente puntuación. No quiera Dios que eso ocurra. Los casos prácticos son otro cantar. Los hay temibles. Todavía se comenta el famoso caso práctico de las oposiciones a ermitaño de 1986 para el Ayuntamiento de Cangas: “desarrolle un corpus alternativo al reparto opcional de bulas de difuntos”. El del sábado era de los de tipo comparativo, también conocido como de pasatiempo: había que encontrar las diferencias tipográficas entre dos documentos en apariencia iguales (sólo en apariencia), sin que exista límite de diferencias. De hecho, al comentar a la salida, alguien había encontrado unas diferencias totalmente diferentes a las mías (valga la redundancia). Esta circunstancia, añadida a la del extrovertido examinando que siempre sale diciendo las respuestas correctas para desazón de sus compañeros, me inclinaría al pesimismo, si no fuera porque soy un optimista nato (también conocido como inconsciente y/o vivalavirgen).
La cosa no me fue ni bien ni mal sino todo lo contrario, por lo que deberé esperar a la segunda quincena de abril a conocer los resultados. Se informará oportunamente.