lunes, 10 de enero de 2011

Al spam pam y al vino vino



El spam se ha perdido
¿Donde ha ido el spam?
Se ha caído del nido
del entorno digital.


Me llega a través de BBC Mundo una noticia sorprendente: el volumen de spam que habitualmente circula por Internet ha sufrido una caída tan drástica que ha dejado pasmados a propios y extraños. En concreto, como podéis comprobar pinchando aquí en la noticia, el número de correos basura pasó de unos 200.000 millones de mensajes / día en agosto (ahí es “na”) a unos escuálidos 50.000 millones / día en diciembre. Como suele suceder en estos casos, los expertos no saben las causas del fenómeno pero dicen que no nos confiemos por si acaso.
¿Será éste el ocaso del spam? ¿Asistiremos a la disolución y posterior licuación de los detritus electrónicos, aguas abajo por el desagüe digital? “¡Chi lo sa!” Sería el caso un trasunto de la vida y muerte de los grandes imperios que en el mundo han sido, que nacen, crecen, se desarrollan megalómanamente hasta un nivel insostenible y fenecen víctimas del desmesurado volumen alcanzado. De confirmarse y mantenerse la tendencia reductora, veríamos nuestros correos libres de ofertas para la compra de los más peregrinos productos. Ya nadie nos diría que hemos sido seleccionados ganadores de las más pintorescas loterías de los más exóticos países (lo que en castellano castizo sería “que t’ha tocao sin poner”). No nos volverían a ofrecer fabulosos negocios con unas rentabilidades garantizadas que ni los más salvajes brókers de la city londinense pudieron jamás soñar. Y, en especial para los caballeros, ya ninguna desconocida señorita de nombre sugerente querría conocernos para entablar una sincera amistad con nosotros y quizá con nuestra cuenta bancaria. Huérfanos de todos estos excitantes alicientes, la consulta del correo sería como arrastrarse por un páramo desierto, sin que nadie nos considerara ya potentados compradores, suertudos internacionales o amantes de ensueño. La vida, pues, carecería de sentido. Sólo nos quedaría el triste consuelo del sucedáneo del buzón de nuestro portal de casa, con esos tristes folletos en muchas ocasiones pasados bajo la puerta de la calle por repartidores presurosos y pisoteados por vecinos sin corazón. No sería lo mismo.
Hago desde aquí un llamamiento a todas las autoridades competentes, y a las incompetentes también (no nos pongamos tiquismiquis), para que tomen cartas en el asunto y aúnen esfuerzos con el objetivo inicial de recuperar el volumen de spam de agosto pasado e impedir que vuelva a producirse un descenso tan crítico. La salud mental de los ciudadanos lo requiere. Hagamos un esfuerzo colectivo. Yes, we can.