lunes, 27 de abril de 2009

La libre elección

Después de un cierto tiempo y diversos avatares vuelvo a tener la necesidad de escribir. Aunque creé este blog como un pequeño reducto en el que escribir sobre esas cosas de la actualidad que llaman noticias, me siento impulsado a abrir el espectro de los temas y a dar cabida a impresiones que se podrían considerar de carácter más general. Algo de eso hubo en los últimos textos.
El otro día hice zapping en la blogosfera. Encontré páginas muy interesantes, pero también el mismo odio, prejuicios e inquina de siempre por parte de la gente de ley y orden, esas personas poseedoras de la sacrosanta verdad. Confieso que el mecanismo mental que las dirige es incomprensible para mí. Estoy a favor de muchas cosas (algunas las pondré en práctica y otras no) y en contra de otras (simplemente las ignoraré), pero no intentaré imponer mis filias y fobias a los demás: el que quiera casarse que se case (con alguien de su mismo sexo o del otro) y el que no quiera que no se case, los que quieran divorciarse que se divorcien y los que no quieran que no lo hagan, los que deseen seguir unos preceptos religiosos que los sigan y los que no lo deseen que no los sigan, la mujer que libremente decida abortar que pueda hacerlo y la mujer que no quiera que no lo haga, etc. Todo dentro de las leyes que nos hemos dado, porque sí, nos las hemos dado eligiendo unos representantes que las han elaborado y puesto en marcha. La clave está en la libre elección. De ahí que amplios sectores bienpensantes estén en contra, por ejemplo, de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, porque no enseña a bien pensar, sólo a pensar y a ver que hay más opiniones y opciones, que no hay que seguir de manera obligatoria, únicamente aceptar y respetar.
Las creencias que necesitan la prohibición y desaparición de las que consideran contrarias no son tales. Son sólo miedo a vivir.