lunes, 31 de mayo de 2010

Casi na...


PUES ESO

viernes, 28 de mayo de 2010

Pijama para dos

Los viernes comedia: Lover come back (1961). Ésta es la segunda película que rodó el trio Doris Day/Rock Hudson/Tony Randall. La primera había sido Confidencias a medianoche y la siguiente sería No me mandes flores. Las tres son comedias brillantes en las que el engaño, de una u otra forma, es el nudo de la acción. Las dos primeras son más parecidas en el esquema argumental pues Rock y Doris son antagonistas hasta el final de los filmes en los que el amor triunfa, mientras que en la tercera ya están casados y las circunstancias son otras. El argumento: Jerry (Rock) y Carol (Doris) son dos ejecutivos publicitarios que viven su profesión en las antípodas el uno del otro. Mientras Carol es una dura trabajadora, profesional y honesta, Jerry consigue los contratos a través de juergas, fiestas y proporcionar chicas a sus clientes. Precisamente a una de esas chicas le ha prometido ser la protagonista de un anuncio de televisión y monta para ella un falso rodaje para promocionar el inexistente producto VIP (luego tiene la intención de decirle que la campaña se ha cancelado). Pero por error, el anuncio se emite. Para evitar que el consejo de publicistas lo sancione (pues lo está investigando por sus malas prácticas a instancias de Carol) contrata a un químico Linus Tyler para que invente el VIP. Pero Carol, que no sabe nada y cree que el VIP existe y está a punto de ser lanzado, busca al químico para conseguir la exclusiva y se encuentra con Jerry (al que no conoce personalmente) que se hace pasar por el científico para distraer a Carol, ganar tiempo y de paso aprovecharse. Para esto último y en su papel de químico, Jerry finge ser tímido y haber vivido poco la vida pues siempre se ha dedicado a la ciencia. Carol, por temor a que el crápula y disoluto Jerry convenza al científico Linus con sus tácticas habituales, llega al punto de estar dispuesta a entregarse al que cree Linus para conseguir la exclusiva aunque descubre a tiempo el engaño y salva su virtud in extremis. Como veis, aunque se suele tachar a estas películas de ñoñas, tienen bastante mala leche por debajo. Naturalmente al final triunfa el amor pues estamos en Hollywood y apenas han comenzado los felices sesenta.

Éste es el trailer que nos presta para la ocasión el simpático canal autonómico de Castilla La Mancha.



Los diez primeros minutos de la película. Dos “estilos” de hacer publicidad. Fijaros que en los títulos de crédito iniciales el nombre de Rock está en rosa y el de Doris en rojo ¿Mensaje subliminal?



Un recorrido sentimental a través de las fotografías de esta belleza, acompañados por la propia Doris, una de las mejores voces de todos los tiempos.



NOVEDADES

Hoy tengo ganas de reírme sin complejos. Las pelis de descerebrados siempre las han protagonizado adolescentes o jóvenes salidos. En Jacuzzi al pasado serán unos cuarentones los encargados de demostrar que la idiotez es transversal. Además, sale John Cusack, un tío simpático que siempre queda bien haga la película que haga.



Feliz finde para todos.

jueves, 27 de mayo de 2010

Un camino de vuelta (7)

VI
Samuel Caldén era un tipo de mediana estatura y de complexión fornida, lo que se conoce habitualmente como aspecto rocoso. Siempre llevaba el pelo más bien corto y vestía con discreción. Todo el conjunto le daba un aire atemporal. Si preguntáramos a la gente por la calle qué edad pensaban que podía tener, todos dirían que debía estar entre los treinta y cinco y los cuarenta. En la suite de la tercera planta del Rex Max, hacía seis años de aquello, Caldén ya parecía tener entre los treinta y cinco y los cuarenta. Se acercó al borde de la cama y se sentó junto a la muchacha.
- ¿Cuantos años tienes?
- Diecisiete – Le dijo el hilo de voz.
- Aparentas menos – Le respondió él, sin acabar de creerse aquella edad.
- Eso dice el señor Max y también que es una suerte – Josephine había hecho un gran esfuerzo por hilvanar más de dos palabras seguidas.
- ¿Y qué más dice el señor Max? – Preguntó Caldén.
- Que haga lo que usted me diga – Ella se mordisqueó el labio inferior como para evitar que salieran algunas palabras más que, de todas formas, acabaron saliendo - ¿Me hará daño?
- No, preciosa – Sonrió Caldén – Lo más probable es que me lo acabes haciendo tú a mí dentro de un tiempo.
Ella no entendió aquellas palabras pero tuvo la sensación que, a pesar de todo, aquel era un buen hombre. Él la rodeó con su brazo izquierdo, la atrajo hacia sí y la besó con suavidad. Ella se dejó hacer y cuando sus labios se encontraron con los de él los dejó entreabiertos como había visto que hacia una actriz una vez en una película. El olor y el sabor de él le gustaron.
VII

Eran ya más de las once de la noche cuando el Dandi Robert entró en El Poste, un bar del centro que había al final de la última callejuela justo antes de la entrada a la plaza del ayuntamiento. No vio un alma y se fue a sentar en el extremo opuesto de la barra, de cara a la entrada. Le dolía el estómago todavía por el puñetazo de Caldén “¡Maldito cabrón de mierda!” “¡Un día de estos te vas a enterar hijo de puta!” Las palabras del barman lo sacaron de sus pensamientos.
- ¡Caramba Dandi! ¿Qué le ha pasado a tu traje?
- Métete en tus asuntos y ponme una copa – La mención de su traje arrugado no le hizo ninguna gracia.
- Cualquiera diría que te han atropellado o algo así – Al barman le encantaba chinchar a Robert. Detrás de una barra se cala enseguida a la gente y Robert era un soplagaitas de cuidado.
- He tenido un encuentro con un bofia pero le he dejado las cosas claritas. Con el Dandi no se mete nadie – Robert se bebió de un trago la copa que le acababa de servir el barman.
- Y seguro que le has dicho que se meta en sus asuntos ¿Verdad? Oye ¿Eso ha sido antes o después de que se te arrugara el traje? – El barman intentaba sin éxito contenerse la risa.
- Ríete lo que quieras pero le he dicho “Inspector Caldén: no dejaré que me avasalle. Soy un ciudadano respetable y tengo mis derechos. No sé nada y nada le diré”.
- Y ¿Qué quería saber Caldén? – Las palabras las acababa de pronunciar un hombre alto embozado en un abrigo negro y con el sombrero calado hasta los ojos, salido de un reservado del fondo del bar.
El Dandi Robert reconoció al instante a uno de los matones del Jefe. Sin ser consciente del porqué, recordó que no le había dado un beso de despedida a su madre aquella tarde.

(Continuará)

A pesar de tener sólo dos cadenas, la primera y el UHF, Televisión Española se prodigó en la emisión de series de todo tipo que los españolitos, deseosos de ver el mundo que había por ahí, devoraban con pasión. A mi me gustaba mucho ésta, Los Persuasores (1971). Roger Moore y Tony Curtis interpretaban a dos playboys millonarios, inglés y americano respectivamente, que se dedicaban a resolver entuertos. La serie tenía su gracia, pero lo que a mí me fascinaba de verdad era la música de los títulos, compuesta por John Barry, autor de la banda sonora de muchas películas, desde la serie James Bond hasta la maravillosa Memorias de África.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Aunque con retraso...

Candy Darling

Candy came from out on the Island
In the backroom she was everybody's darlin'
But she never lost her head
Even when she was giving head
She says, Hey babe
Take a walk on the wild side
I Said, Hey baby
Take a walk on the wild side
And the coloured girls go
Doo do doo do doo do do doo..

martes, 25 de mayo de 2010

A paso y medio.....o no.

No dije nada el otro día pero ayer lunes fue fiesta en Barcelona, con lo que hemos podido disfrutar de tres días de descanso (el que haya podido, claro). Yo esta vez no me quejo, el fin de semana ha estado bien. Desde luego he podido desconectar un poco más que otras veces, he dormido bastante y esta mañana en la oficina me ha costado arrancar, como si fuera nuevo (para mí eso es buena señal). Y he dicho lo de “esta vez”, porque habitualmente no es así. Llegan los fines de semana y no descanso, duermo poco y mal (y no porque salga de juerga, malpensados), me empieza a doler todo como si durante la semana los dolores se hubieran esperado (para joderme) a que tuviera fiesta, no desconecto y muchos domingos me sorprendo deseando que llegue el lunes para volver a llevar una semana laboral más equilibrada ¿Estaré mal de la azotea? ¿Soy carne de diván? ¿Estoy a paso y medio de la pitopausia?
Dicen que en este mundo occidental nuestro no nos planteamos la vida con calma y que más que trabajar para resolver los problemas que tenemos lo hacemos para producir nuevos problemas que sustituyan a los viejos. El otro día me dieron un ejemplo: si desde los 70 se hablaba de la diferencia intergeneracional y la falta de comunicación entre padres e hijos ¿Qué hace la sociedad moderna? Pues inventa Internet y la telefonía móvil para aislarnos aún más a todos. Ahora la falta de comunicación no es entre generaciones sino entre individuos de la misma generación. ¿Que qué tiene esto que ver con el primer párrafo? Pues que quizá (sólo quizá) hayamos corrido todos mucho y que con menos carrera y menos esfuerzo pudiéramos disfrutar mucho más y mejor de la vida que nos han dado, con menos prisas y menos artilugios. Ya sé que esta idea va contra los mercados (como se repite tanto últimamente) pero si nos tomáramos las cosas con un poquito más de calma igual hasta nos lo pasábamos mejor (igual). En cualquier caso, tomémonoslo con calma, hagámoslo fácil….


viernes, 21 de mayo de 2010

Juan Nadie

Los viernes comedia: Meet John Doe (1941). Aunque cuando fue rodada el mundo ya estaba en guerra (no los EEUU aunque poco faltaba) y ya había suficientes motivos de preocupación, el tema y la acción de la película nos traslada a un punto indeterminado del reciente pasado de unos USA inmersos de pleno en la Gran Depresión. La película está dirigida por Frank Capra, conocido especialmente por “Qué bello es vivir” con James Stewart, y del que traje anteriormente a esta sección “Sucedió una noche” con Clark Gable. Su protagonista es Gary Cooper, primera elección de Capra y que aceptó el papel sin leer el guión pues quería rodar a las órdenes del director y trabajar con la protagonista femenina, Bárbara Stanwyck, que no fue la primera candidata pero sí la que no tenía problemas contractuales ni disputas entre estudios, tan habituales en aquella época.
El argumento: Ann acaba de ser despedida por el periódico para el que trabaja. El medio ha cambiado de manos y su nuevo dueño, un ambicioso magnate de los negocios deseoso de entrar en política, quiere “adelgazar” la factura y dar al diario un tono claramente sensacionalista. Como rabieta y venganza, Ann inventa para su último artículo la supuesta carta de un ciudadano corriente, que firma como Juan Nadie, harto de las injusticias de la sociedad y de los chanchullos de los poderosos. El artículo-carta denuncia todo lo denunciable y acaba anunciando el suicidio de su autor, Juan Nadie, para el día de Navidad, como supremo acto de protesta. El artículo es un bombazo de enorme éxito y el periódico se ve obligado a readmitir a Ann. El magnate quiere aprovecharse de la situación y encarga a Ann y al director del periódico una serie de artículos. Se procede a hacer un casting entre desempleados y vagabundos para elegir un Juan Nadie al que pasear, utilizar y del que prescindir después. Y el elegido es John Willoughby (Gary Cooper), un vagabundo ex jugador de béisbol, que busca dinero para operar la lesión de su hombro y poder volver a jugar. Juan Nadie es vestido elegantemente, mostrado en público, se le escriben las palabras y discursos que ha de pronunciar y se genera un movimiento popular espontáneo de apoyo que el magnate quiere aprovechar en beneficio de su carrera política. Mientras tanto Ann y John se han enamorado. Pero éste, que ha llegado a creerse la filosofía de los discursos que le han escrito, descubre que todos le han utilizado, incluida Ann. Al intentar descubrir la verdad a los seguidores de Juan Nadie, es calumniado y difamado. Desesperado, decide suicidarse como decía la falsa carta origen de todo. No os preocupéis, aunque con muchas lágrimas, acaba bien.
La película puede parecer simplista en su planteamiento y llena de palabras grandilocuentes vacías de contenido, pero tiene el encanto de la ingenuidad y la fuerza de los sentimientos. Determinados pasajes nos revuelven y nos muestran cómo el mundo ha cambiado muy poco desde sus orígenes pero, a pesar de todo, el film nos brinda la posibilidad de la esperanza, de creer que si nos olvidamos de nuestras diferencias podremos sobrevivir a todo lo que se nos presente.
El trailer, aunque en inglés, nos da una idea genérica de la película y nos presenta a los personajes.



Un extracto del discurso a la nación de Juan Nadie. Simples verdades como puños.



NOVEDADES

Después del éxito de la saga Milenium, parece que todo lo sueco se ha vuelto sórdido y oscuro. Con lo admirados que estábamos de su estado del bienestar y se ve que escondía más trapos sucios que el Palau de la Música. Ahora nos llega Aurora Boreal, basada en el best seller de Asa Larsson. Me fascina el contraste entre el paisaje nevado, símbolo de pureza, y la degeneración humana revestida de santidad. Promete.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Un camino de vuelta (6)

V

El inspector Caldén golpeó la puerta por tercera vez. En ese mismo instante ésta se abrió y el rostro desencajado de Josephine Prat apareció ante él. Su aspecto era frágil y delicado, todo lo contrario a lo que él había imaginado. Aunque había oído hablar de ella a los compañeros en comisaría, aquella era la primera vez que la veía. “La nueva puta de Barnes está muy buena” decían, “¡Cómo se las busca el jodido!”. Conociendo el pasado proxeneta del Gordo, no era de extrañar su buen ojo. Pero Caldén no esperaba ver lo que vio ni que saltaran a primera fila unos recuerdos que creía enterrados. Ella llevaba un vestido largo entallado de color vino hasta justo por debajo de las rodillas. El escote era en pico pero discreto. Los zapatos, de poco tacón, sin estridencias y a juego con el vestido. El cabello, de tonos castaños, estaba recogido en la nuca por un pasador con forma de mariposa. A pesar de su juventud, se la veía hecha y derecha, toda una mujer, pero seguía teniendo esa expresión ingenua en la cara como la primera vez que él la había visto, seis años atrás, en el prostíbulo de Max.
Seis años atrás Caldén no estaba pasando su mejor época. Tenía problemas con el alcohol, su mujer se había largado y los nervios le habían jugado una mala pasada en una detención sin importancia que acabó con un muerto y una suspensión cautelar. Entonces estaba destinado en otra ciudad, lejos, en el interior, donde los días se le hacían eternamente largos. Mientras se aclaraba su asunto y las aguas volvían a su cauce, Caldén pasaba las horas entre la bebida y las putas. El mejor local de la ciudad para ambas cosas era el Rex Max, propiedad de Max Montez. Allí, una noche de verano, el propio Max le propuso probar la nueva delicia del local. En otras circunstancias y con otro poli, Max Montez no se la habría jugado. Pero sabía que Caldén estaba en horas bajas y quería atraparlo en su telaraña para cuando las cosas pudieran cambiar. Max sabía tejer muy bien. Lo llevó al último piso, la tercera planta de su local, le abrió la puerta de una pequeña suite y se marchó. Caldén entró y cerró la puerta tras él. Le intrigaba qué sorpresita le tendría Max preparada. A un lado de la suite había una pequeña zona de bar y al otro lado, tras unas cortinas semitransparentes, una gran habitación con una cama enorme y espejos por todas partes, muy del gusto estridente de Max. En la cama, sentada en una esquina, había una muchacha de como mucho dieciséis años. Se envolvía con una sábana negra de seda, que había cogido de la cama, igual que el náufrago se agarra al salvavidas. Era bellísima. “¿Cómo te llamas?” le preguntó Caldén. “Josephine” respondió con un hilito de voz.
- ¿Sabes algo de Jon? – Por primera vez desde hacía un buen rato Josephine Prat se recompuso interiormente y recobró el control. Había reconocido a Sam y no quería mostrase débil ante él – Por eso vienes ¿No?
- En realidad lo estoy buscando – Samuel Caldén, Sam sólo para muy pocos, era una tormenta dentro de un contenedor de piedra - ¿De verdad no sabes donde está?
- No. Hace más de dos horas que debería haber llegado. Estaba muy nerviosa cuando has llamado a la puerta y, al abrir y verte, por un instante he pensado lo peor – Su voz perdía fuerzas a medida que hablaba - ¿Qué sucede Sam?
Al oír su diminutivo en boca de ella, después de tanto tiempo, el inspector Samuel Caldén recobró algo que creía perdido desde hacía mucho.

(Continuará)

De las muchas series que poblaron mi infancia, la de más glamour fue sin duda Los Vengadores (1961 – 1969), en especial de los años 65 al 67, con la maravillosa Diana Rigg en el papel de Emma Peel y Patrick Mcnee como John Steed. Se trata de una serie británica en la que una pareja de agentes resuelven las más enrevesadas y psicodélicas situaciones en la Inglaterra más pop.

martes, 18 de mayo de 2010

Tú llevas suelto?

La deuda de las empresas baja y la de las familias sube

Pues parece que va a ser hora de ir pagando.............si no, igual nos cierran el chiringuito.


Fotografía cortesía de Miki López

viernes, 14 de mayo de 2010

¡Qué me pasa, doctor?

Los viernes comedia: What’s Up, Doc? (1972). Comedia alocada, de las que se conoce en inglés como “screwball comedies” (excéntricas), esta película rinde su particular homenaje a “La fiera de mi niña” de Grant y Hepburn y toma su título de la conocida expresión de la serie de dibujos animados de televisión Bugs Bunny, que en castellano se adaptó acertadamente por “¿Que hay de nuevo, viejo?”. La dirección corre a cargo de Peter Bogdanovich que alcanzó fama con su tercera película, el drama The Last Picture Show, justo anterior a esta comedia de hoy, pero que después siguió una carrera irregular no alcanzando el éxito de estos dos trabajos mencionados. La clave del film, de todas formas, está en su pareja protagonista, Barbra Streisand ya entonces una estrella y justo antes de rodar “Tal como éramos” con Robert Redford, y Ryan O’Neal, famoso por “Love Story" (1970).
El argumento: la historia gira en torno a cuatro maletas iguales, la primera es de Howard (O’Neal) un musicólogo que transporta en ella una colección de piedras a las que atribuye propiedades musicales, la segunda es de Judy (Barbra) en la que lleva su ropa, la tercera es de una millonaria que oculta allí sus joyas y la cuarta es de un hombre misterioso y está llena de documentos secretos del gobierno que quiere hacer públicos. Los cuatro personajes se alojan en el mismo hotel, dos de cuyos empleados quieren robar las joyas, mientras que un supuesto agente del gobierno quiere recuperar los documentos. Por su parte Howard, que viaja acompañado por su prometida, quiere ganar un premio con su teoría de las piedras musicales y Judy quiere conquistar a Howard en cuanto lo ve. Naturalmente las maletas no paran de ir y de venir hasta que Howard acaba con las joyas y Judy con los documentos y todos los demás con unas ganas locas de atraparlos. Se toman todos estos ingredientes, se agitan bien y tenemos una comedia muy divertida, llena de momentos alocados y muy buena química entre la pareja protagonista. Barbra está chispeante como una mujer que va causando desastres allá por donde pasa y O’Neal queda perfecto como el científico pulcro y metódico al que Judy saca de sus casillas.

En este video cantan Barbra y O’Neal el tema You’re the top que cierra la película, mientras vemos diferentes imágenes de las correrías de la pareja a lo largo del film.



Probablemente la escena más famosa de la película. Los protagonistas huyen de sus perseguidores en un carrito de los helados por las empinadas calles de San Francisco.



TERAPIA
Como los estrenos de la semana no me dicen nada, he pensado que lo mejor sería reírse un rato, porque vaya semanita que llevamos.


Y NO OS OLVIDÉIS DE SER FELICES, HACEDME EL FAVOR.

jueves, 13 de mayo de 2010

¡Aprendamos de una vez!


¡Qué días más extraños que nos tocan vivir! Nada es lo que parecía ser y, mientras nos ponen en nuestro sitio, nos preguntamos si todo junto vale la pena. ¿Vale la pena el esfuerzo que dedicamos? ¿Vale la pena el sacrificio que nos piden? ¿Nos enganchamos al tren correcto? De repente hemos bajado a segunda división y no recordamos haber perdido ningún partido en casa y acabamos pensando que el árbitro estaba comprado ¿Por qué estamos jugando en esta liga entonces? Porque sucedía igual que en el patio del colegio: cuando no te dejaban jugar era cuando más ganas tenías. Y aquí pasamos muchos años queriendo jugar y no nos dejaron. Cuando al fin nos aceptaron creímos que nuestra suerte había cambiado, pero no fue así. Se deben haber reído a nuestras espaldas todos estos años. Ahora nos llaman desde los Estados Unidos hasta la China para asegurarse que no nos vamos a rajar en el último minuto del partido. ¿Por qué no nos ponemos a jugar a otra cosa? No nos dejarían ¿Verdad? Nos harían la vida imposible. Incluso puede que nos invadieran. Seríamos estigmatizados como los causantes del desorden. Reíros de lo que se pensaba de Alemania tras la guerra. Ahora nos tocaría a nosotros. O eso nos creemos. Éste debe ser el caso, que somos muy crédulos. ¿Otra sociedad, otro mundo, es posible? La lógica nos diría que sí. Entonces ¿Por qué no lo empezamos ahora? Quizá hasta se nos acabaría uniendo alguien, quien sabe. Hay más soñadores de los que podemos imaginar. El ambiente parece querer unirse a nuestro estado de ánimo. El cielo llora casi todas las tardes y el buen tiempo no acaba de arrancar. ¡Alcemos las manos! ¡Pidamos! ¡Soñemos! ¡Y aprendamos de una vez!

martes, 11 de mayo de 2010

Un camino de vuelta (5)


IV

Julio Dimitri enfiló su automóvil por el callejón de entrada al recinto industrial abandonado. Poco a poco el paso se fue ensanchando hasta desembocar en un gran patio central cerrado por tres grandes naves, ahora vacías y en total oscuridad. En tiempos había habido allí una gran actividad. Día y noche los telares producían metros y metros de tejido de muy diversos tipos y texturas que se exportaban a todos los rincones del mundo. Lo que hoy era callejón fue amplia avenida de entrada por la que los camiones no paraban de circular. Todo aquello había muerto, un poco como el alma de la ciudad. El coche de Dimitri giró a la derecha para luego orientarse hacia la izquierda y pararse. El motor se detuvo y el silencio volvió a tomar posesión de lo que era suyo. Había silencio, sí, pero no soledad. Frente al desvencijado cacharro de Dimitri, en la otra esquina del patio, una gran sombra aposentada sobre sus cuatro ruedas esperaba desde hacía un rato. Los faros de la sombra se encendieron y parpadearon dos veces antes de volver a apagarse. Dimitri repitió la misma clave convenida. Del asiento delantero derecho de la sombra se apeó una figura que caminó hacia el centro del patio. Julio Dimitri hizo lo propio y se dirigió a su encuentro. La diferencia entre los dos hombres era abismal. Dimitri, a pesar de ser un peligroso asesino sin escrúpulos, era bajo, flacucho y todo lo contrario a lo que la palabra imponente pudiera describir. Quizá era esa su mejor arma, la sorpresa. Su interlocutor, en cambio, era grande se le mirara por donde se le mirara. Apenas un breve intercambio de palabras y la figura volvió sobre sus pasos para colocarse al lado de la ventanilla trasera izquierda. El cristal bajó unos centímetros y algo se dijo, pero Dimitri no pudo oírlo desde donde estaba. Un sobre alargado salió del interior del gran automóvil, el sicario lo cogió, caminó hasta Dimitri y se lo entregó. Éste esperó a que el sicario regresara a su vehículo antes de encaminarse al suyo. Dejó el sobre en el asiento contiguo y mientras se preparaba para arrancar, el otro automóvil, un gran sedán, pasó a toda velocidad hacia el callejón, deseoso de salir de un lugar que no era el suyo. Dimitri introdujo la llave en el contacto para girarla y un estampido seco esparció su masa cerebral por todo el interior del parabrisas y el salpicadero. Una figura oculta en el asiento trasero se incorporó, guardó su arma en el interior de su abrigo y cogió con dos dedos el sobre salpicado. Después acabó de echar un ojo más detenido al interior del coche, se bajó y abrió el maletero para seguir su inspección ocular. Satisfecho, cerró el maletero y corrió hacia el callejón donde la gran sombra le esperaba. Se subió atrás y el gran sedán salió del recinto impulsado por el ronroneo de sus ocho cilindros. Por dos veces en una noche la muerte había estado al lado de Julio Dimitri. La primera a su favor, cuando había eliminado al Gordo Barnes. La segunda en su contra, apenas un par de horas después, cuando sus ojos clavados en el sobre que le traían no habían visto como otro sicario oculto se colaba en el asiento trasero de su coche.
El silencio del gran patio se empezó a romper, primero poco a poco, luego con más ímpetu, a medida que la fina lluvia se transformó en aguacero. La cortina de agua se hizo más espesa y golpeaba con dureza el suelo. La tormenta estaba en su apogeo y un relámpago iluminó todo el recinto, el patio, el coche y lo que quedaba de la cara de Julio Dimitri.

(Continuará)

Sin duda, para mí, ésta es la mejor serie de mi infancia. El efecto que causó en la audiencia de españolitos de entonces fue imborrable. Mi familia se reunía reverencialmente cada semana para su dosis de Misión Imposible.

viernes, 7 de mayo de 2010

La primera plana

Los viernes comedia: The Front Page (1931) (1940) (1974) (1988). Hoy, más que hablar de una sola película, voy a hablar de un argumento que ha sido llevado a la gran pantalla en cuatro ocasiones. Este argumento pertenece a una obra de teatro escrita al alimón por el escritor y guionista Ben Hecht (autor entre otros muchos de los guiones de Scarface, Gunga Din, La Diligencia, Lo que el viento se llevó, Con faldas y a lo loco, Adiós a las armas, El motín de la Bounty, etc.) y el también escritor, y coguionista de algunas de las citadas, Charles MacArthur. En la obra original, un periodista (Hildy Johnson) va a dejar su trabajo en un periódico porque va a casarse y dedicarse a una vida más tranquila. Su director (Walter Burns), viejo zorro del negocio, no está dispuesto a ello y, aprovechando que hay una ejecución inminente en la cárcel, le tienta con el “último reportaje” antes de marcharse, cubrir las últimas horas de Earl Williams, condenado a la horca por la muerte de un policía. Hildy acepta este último trabajo mientras Burns se dedica a sabotear su futura boda. A partir de ahí, asistimos a una feroz crítica de los estamentos periodístico, policial y penitenciario, sin dejar la carcajada casi en ningún momento. Huelga decir que al final Hildy no se casa. La primera vez en llevarse a la pantalla fue en 1931 en The Front Page (Un gran reportaje, su título en castellano). De ésta no he conseguido imágenes. Sólo la he visto una vez, en el ya mítico programa de José Luis Garci, y a pesar de contar con solventes actores del primer Hollywood sonoro, en mi opinión es la más floja de las cuatro.
La segunda vez en adaptarse al cine (y aquí ya hemos de ponernos en pie y aplaudir con ganas) fue en 1940 en His Girl Friday (Luna nueva), dirigida por Howard Hawks con Cary Grant como Burns, Rosalind Rusell como Hildy, la ex mujer de Burns (aquí el papel pasó a ser femenino) y Ralph Bellamy como el novio. Cary Grant está inconmensurable como un Burns marrullero que aún quiere a Hildy y que sabe que ella no será feliz lejos de ese mundo. La tercera adaptación (no os sentéis, hay que seguir aplaudiendo si cabe con más energía), The Front Page (Primera Plana) en 1974, corrió a cargo de Billy Wilder en la dirección y Jack Lemmon como Hildy (el papel volvió a ser masculino), Walter Matthau como Burns y Susan Sarandon como la novia. Ésta y la anteriormente mencionada de 1940 son un culmen de la comedia cinematográfica aún no superado. Matthau crea un Burns cínico, canalla, rastrero y gamberro, capaz de cualquier cosa por una buena historia. La cuarta y última, de momento, fue Switching Channels de 1988 (Interferencias), que trasladó la trama del mundo de la prensa al de la televisión y cambió los nombres de los personajes, pero retomó la base de la versión de 1940, siendo Burt Reynolds el director de la cadena, Kathleen Turner su ex mujer y reportera y Christopher Reeve como el novio. Menos conseguida que las dos anteriores, mantiene un tono ágil y los actores se empeñan con entusiasmo, en especial un Reynolds que crea un personaje del director casi de dibujos animados.

Hasta aquí el rollo. Antes de los videos una recomendación:
Si no me fallan los informes, el sábado 8 en TeleMadrid, a las 23:45, ponen Luna Nueva, la de Cary Grant. ¡¡Que no me entere yo que os la perdéis!!

Luna Nueva ¡Qué bien que le quedaban los trajes a este hombre!



Primera Plana. La famosa escena de reconocimiento psiquiátrico a cargo del Doctor Eggelhofer (parodia de Freud).



¡Nadie lee el segundo párrafo!



Interferencias. He encontrado esta divertidísima escena doblada al ruso, que muestra claramente el tono de dibujo animado que impregna la película.



NOVEDADES

Jennifer López vuelve a la carga con una comedia romántica aparentemente menos ñoña que las últimas que hizo. El plan B nos la trae ansiosa por ser madre, aunque sea soltera, ante la dificultad de encontrar al hombre soñado. No sé que os enseñaron en el colegio a todas con lo del hombre soñado pero desengañaos, no existe. Yo, que soy muy majo, ronco como una fiera. No se puede tener todo.






Feliz finde y a disfrutar.

martes, 4 de mayo de 2010

Un camino de vuelta (4)

III

“¿Quién quiere trabajar para vivir?” “Nadie, naturalmente” “Entonces ¿Porqué se empeña mi madre en repetírmelo constantemente siempre que voy a casa?” “¿No ve que no me interesa una mierda?” “La próxima vez que me salga con lo mismo le pegaré un guantazo que la sentaré en su sillón para los restos” “¡Harto me tiene!”. Los pensamientos de Andrés Robert saltaban en su cabeza como bailarines de claqué sobre el escenario de un cabaret. Andrés Robert, alias Andy Robert o, como a él le gustaba, Dandi Róbert, desplazando la vocal tónica de su apellido de la e a la o -“suena más americano” decía- bajaba la calle con ese caminar achulado que tienen los que creen que la vida les debe algo por su cara bonita. De eso, en efecto, vivía Robert, de explotar su físico joven sableando a todas las mujeres, jóvenes o maduras, que se pusieran a tiro. De eso y de correveidile para una banda que controlaba los negocios sucios del lado sur de la ciudad, porque todo lo que tenía Robert de buena planta, lo tenía también de lameculos. En esas estaba, absorto en la conversación que había tenido esa tarde con su madre y en mirar su reflejo en los escaparates, que al pasar junto al callejón de la parte de atrás del cine Rex no vio la figura que le salió al paso hasta que la tuvo en sus mismas narices.
- ¡Hombre Dandi! ¿Dónde vas tan contento? – La voz sonaba como el silbido de una serpiente.
- ¡Caray inspector! No le había visto – Dandi Róbert, en aquel momento, volvió a ser Andresito, el niño amedrentado por los matones de su infancia – Sólo estaba dando una vuelta.
- Sí, ya sé que eres un gran paseante, siempre de aquí para allá. Gracias a eso debes ver muchas cosas ¿No?
- Bueno, inspector, no crea, yo voy a lo mío y no me fijo en nada – Robert sentía que su traje nuevo, estrenado esa mañana, le venía un par de tallas grande.
- ¿Un chico tan espabilado como tú? No me lo creo. Seguro que algo habrás oído por ahí, ya sabes, si va a haber movimiento o algo parecido – La voz del inspector era ya casi un susurro sibilante.
- No, no, se lo juro inspector, si supiera algo se lo diría.
El inspector Samuel Caldén agarró las solapas de la chaqueta de Robert y las introdujo en el callejón en un único y preciso gesto. A pesar de su menor envergadura, Caldén se manejaba como nadie en las distancias cortas.
- Vamos a ver Dandi, no me salgas con esas – Su voz había pasado de silbido a lija – Sé que Dimitri ha salido de su agujero ¿A quien le va a echar el lazo?
- Yo, yo, yo, no sé inspector – El puño de Caldén se hundió en el estómago de Robert y éste sintió por unos instantes un ahogo interminable.
- Un nombre, Robert, un nombre ya – La cara de Caldén estaba a un centímetro de la del Dandi.
- No lo sé, inspector – Robert recuperaba aire – Son rumores que corren.
- Déjame verlos correr – Caldén agarraba tan fuerte las solapas que la chaqueta del Dandi iba a reventar.
- Se dice – Dandi Róbert tragó saliva – que el Gordo ha caído en desgracia.
Los ojos de Caldén se abrieron como platos. “¡El Gordo!” pensó, “¡Eso sí es caza mayor!”.

(Continuará)