viernes, 3 de septiembre de 2010

CINEstesia


The Tailor of Panama (2001). Tiene esta película esa sólida conjunción de elementos, ya citada en otras ocasiones hablando de filmes muy dispares, que confiere a una obra cinematográfica ese equilibrio y cohesión entre sus partes. Se trataría de esos conceptos que alguna vez hemos oído todos de “obra redonda” o “trabajo redondo” referidos a películas que, sin tratarse de grandes obras maestras del celuloide, sí poseen ese “no sabemos qué” que las hace merecedoras de un lugar y consideración destacados en la historia del séptimo arte. En este caso tenemos a un director de reconocida solvencia, el británico John Boorman, director entre otras de Point Blank (conocida aquí como A quemarropa), Zardoz, El Exorcista II, Excalibur o La selva esmeralda. El trío de actores protagonista está formado por Pierce Brosnan en el papel del cínico espía Andy Osnard, Geoffrey Rush como Harry Pendel (el sastre del título) y Jamie Lee Curtis como Louisa Pendel, su esposa. Brosnan cambiaba aquí de registro aunque no de oficio, seguía espiando aunque sin el glamour ni la sofisticación de las películas de James Bond. En el film, es desterrado a Panamá porque ha tenido un lío con la mujer de un embajador. Rush, un excelente actor y rostro posteriormente popular en la trilogía Piratas del Caribe, compone un personaje reinventado de sí mismo, desde delincuente de poca monta en Londres hasta sastre de la élite política y social panameña, que tiene en la mentira su arma defensiva habitual. Junto a ellos está Jamie Lee Curtis, conocida al inicio de su carrera como la reina del grito por los chillidos que daba en las películas de terror con las que se inició. Interpreta a la esposa del sastre que, casualmente, trabaja para el Presidente de Panamá y desconoce las “peculiaridades” de su marido.
El esquema argumental es simple: Brosnan, decidido a recuperar prestigio y salir de su destierro, conoce el pasado de Rush y le presiona para que obtenga información, a través de su privilegiada posición social y la de su mujer, sobre los planes del gobierno panameño respecto del canal. El sastre, atrapado en su falsa identidad, iniciará una bola de mentiras que Brosnan aprovechará en su beneficio. El sustrato en el que se sustenta el argumento es la magnífica obra literaria del gran novelista John le Carré, de idéntico título, que el propio le Carré transformó en guión junto con el director John Boorman. Si novela y guión transitan por idénticos caminos para reflejar la execrable condición política y los manejos faltos de moral que rigen el mundo, difieren en el final del sastre protagonista, trágico en la obra pero feliz en el celuloide, sin que esto suponga menoscabo alguno para el film. En resumen, una muy buena película y una gran adaptación de una gran obra literaria.