viernes, 23 de octubre de 2009

"Americanos, os recibimos con alegría"

Los viernes comedia: Bienvenido Mister Marshall (1953). Rompo la tónica de las comedias más o menos románticas para insertar esta joya nacida en medio del erial cinematográfico de los años 50 en España. Premiada en Cannes y de gran éxito, se cuenta que pasó la censura franquista gracias a su no disimulado chovinismo (otra cosa era la coña que había detrás de ello). Dirigida por Luis García Berlanga, ya todo un clásico, y con guión de Juan Antonio Bardem, director entre otras de “Muerte de un ciclista” (1955), premio de la crítica en Cannes, y “Calle Mayor” (1956), premio de la crítica en Venecia, además de tío de Javier Bardem. También colaboró en los diálogos del guión Miguel Miura, periodista, humorista y dramaturgo, renovador del humorismo y la sátira teatrales y uno de los fundadores de “La Codorniz”. Con actores de los denominados “como la copa de un pino”, Pepe Isbert inconmensurable, el grandísimo Manolo Morán, Elvira Quintillá, Alberto Romea, Lólita Sevilla y un sin fin de actores de reparto a cual más atinado, sin olvidar la inolvidable voz en off de Fernando Rey que nos acompaña y casi nos mece a lo largo de toda la película. El argumento: el plan Marshall de reconstrucción de Europa tras la guerra mundial parece que va a llegar a España y el delegado del ministerio va visitando los pueblecitos de una comarca castellana para recomendarles que se preparen a recibir a “los americanos”. Uno de ellos, Villar del Río, lo hace con más entusiasmo que nadie, con su peculiar alcalde a la cabeza, secundado por el orondo manager de una folclórica, de paso por el pueblo. Todos se preparan para el recibimiento de acuerdo a lo que se espera de esa España de tonadilla, faralaes y alpargata. Sólo el viejo hidalgo del pueblo, trasunto quijotesco, reclama mantener el honor frente a “los indios”. Son muchas las escenas inolvidables, pero no pueden faltar estas tres.

La visita del delegado. Hay que fijarse en las respuestas que el personaje de Isbert va dando a las palabras del delegado para notar la gran ironía, cuando no guasa, que recorre el guión.



Discurso del balcón. Un clásico entre los clásicos, lleno de una verborrea arrolladora, remedo de la grandilocuencia vana y hueca del discurso oficialista del momento.



Americanos. El pasodoble que creo pueden tararear hasta los que no les gusta el pasodoble. Una joya de la chufla hispana.