viernes, 10 de julio de 2009

Un día mojado.

No sé, a ciencia cierta, por qué me fascinan tanto los días lluviosos y nublados. Tienen una luz especial que amortigua la fuerza del color, el cual, en ocasiones, nos puede sobreimpactar. Soy más de invierno, lo reconozco. No es que no me guste el verano y el sol pero, cada vez más, es sinónimo de calor excesivo. Cuando era niño, “¡¡Batallita del abuelo!!”, las estaciones estaban más marcadas. Sea eso verdad o dispersión de la memoria, agradezco estos días más fresquitos que estamos pasando en Barcelona.
Trabajo al lado de un parque y en la hora del almuerzo me escapo con frecuencia a dar una vuelta. Hoy estaba especialmente hermoso con sus caminos mojados, sus bancos solitarios, sus escaleras de madera húmedas, su paz…







Feliz fin de semana a todas y a todos.