jueves, 23 de julio de 2009

¡Joé, que caló!


15:30. Salgo del trabajo y de unos confortables veintinomuchos grados y ¡¡ZAS!! ¡¡Vaya hostia me da el aire!! Es como pasar del Polo al Sahara en un nanosegundo*. Me recuerda Guandong, en China, cuando bajamos del autocar con aire acondicionado, frente al hotel, y la calicha más pegajosa y ardiente que uno pueda imaginarse nos engulló. La humedad se cortaba a rebanadas y se podía untar.

15:33. Llego al coche que se encuentra a la tenue sombra de un árbol, pequeño pero árbol al fin y al cabo. Abro, entro y ¡¡Agh!! ¡¡El volante quema!! ¡¡El respaldo arde!! ¡¡El asiento abrasa!! ¿Pero donde pongo yo el culo? Después de unas cuantas piruetas y mil saltitos en el asiento, consigo colocarme y arrancar: 37º a la semisombra marca el termómetro. Bajo las ventanillas, conecto el aire acondicionado y empiezo a circular para que se airee el interior. No se da el caso. Por las ventanillas sólo entra aire más caliente todavía.

15:36. Trabajo junto a lo que aquí llamamos las Rondas, una especie de autovía que rodea la ciudad, por lo que en unos minutos me pongo a 80 km/h, límite máximo controlado por el Gran Hermano Municipal a través de su red de cámaras y radares. Sigue sin mejorar la cosa. El interior del coche continua ardiendo. El aire acondicionado (pobret) hace lo que puede dadas las circunstancias (mi coche es un utilitario "8 years old"). Así que voy a 80 por hora, con las ventanillas bajadas, un simún abrasador golpeándome por todas direcciones, el aire acondicionado puesto a tope y yo sudando cataratas que reíros del anuncio ese del tipo que no podía levantar los brazos.

15:42. Después de unos minutos de calvario, llega el Vía Crucis: ¡¡¡Atasco!!! Pero ¿Cómo es que hay atasco aquí ahora? ¡Aquí nunca hay atasco a estas horas! Me cagoen.... Me encuentro ante la tesitura de o bien subir las ventanillas y apechugar con el "cálido ambiente" que he conseguido en el interior, o bien dejarlas bajadas, desconectar el aire acondicionado y sacar la cabeza por la ventanilla para que la vertiginosa velocidad que llevo (5 km/h) me recuerde lo feliz que soy en estos momentos. Opto por la primera opción.

16:05. Afortunadamente el atasco ha sido intenso pero breve y consigo llegar a casa sano y caldo. Hecho caldo, vamos. Mis pantalones y mi camisa se pueden escurrir hasta obtener el líquido con que regar las plantas que podamos encontrar en un balcón medio. Ya sólo me queda ducharme y meterme dentro de la nevera hasta mañana, día para el que se anuncian temperaturas similares a las de hoy ¡Qué bonito!

* Nanosegundo: lapso de tiempo que transcurre desde que el semáforo se te pone verde y el de detrás toca el claxon.